Qué provoca la contaminación en la salud humana
La contaminación atmosférica tiene distintos efectos sobre la salud humana, tanto a corto como a largo plazo. Entre otras cosas, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias como la neumonía, cáncer de pulmón o enfermedades cardiovasculares. Cada persona encaja estos efectos de manera distinta, siendo aquellas que ya están enfermas las más vulnerables. Los niños y ancianos, por su parte, también se ven más afectados por la contaminación.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1,3 millones de personas mueren anualmente a causa de la contaminación atmosférica. Está claro que este tipo de polución supone un problema grave, que afecta tanto a países en desarrollo como desarrollados: más de la mitad de las muertes suceden en países en desarrollo. Está demostrado que los habitantes de ciudades con altos niveles de contaminación padecen más enfermedades cardiacas, problemas respiratorios y cánceres de pulmón que quienes viven en zonas donde el aire es más limpio.
Los efectos de la contaminación a corto y largo plazo
Las personas con enfermedades crónicas que viven expuestas a la contaminación son las más vulnerables. Por ejemplo, aquellos que padecen asma tienen más probabilidades de sufrir una crisis asmática cuando suben los niveles de concentración de ozono. Por otro lado, aquellos que se exponen continuamente a concentraciones elevadas de material particulado (MP) tienen un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares.
La peligrosidad de la contaminación depende de muchos factores. La concentración de sustancias contaminantes en el aire varía a diario, y el número de personas respirando ese aire también influye. La lluvia, el viento, la cantidad de vehículos o actividad industrial, por ejemplo, son otros elementos que afectan al nivel de contaminación. Dependiendo, además, de la zona en la que se vive, existen otros agravantes. En países en vías de desarrollo, los vehículos son más antiguos y utilizan combustible de mala calidad, lo que empeora la situación. La generación de electricidad a base de combustibles contaminantes, como el carbón, también influye.
No obstante, vivir en lugares desarrollados no es una ventaja. En muchas de esas zonas los reglamentos aún no son lo suficientemente estrictos para reducir la contaminación de manera notable. El crecimiento económico crece paralelo al riesgo que supone la contaminación, obstaculizando la implantación de una normativa efectiva.
El aire está contaminado incluso en zonas que nunca imaginaríamos: pequeñas ciudades de Australia, Europa, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Canadá, donde las concentraciones de material particulado son por lo general entre 3 y 10 veces menores que en grandes ciudades con muchos problemas de polución, también sufren los efectos de la contaminación atmosférica.
Qué podemos hacer para combatir la contaminación
Reducir la contaminación y mejorar la salud de la población pasa por implementar la legislación necesaria y, por supuesto, respetarla. Junto al proceso legal, resulta primordial concienciar a la población y hacerles mejorar sus hábitos. Por ejemplo, compartir coche, utilizar el transporte público o no utilizar combustibles muy contaminantes son pequeños gestos que, hechos por mucha gente, marcan la diferencia.
Los ayuntamientos, además, pueden determinar la necesidad de hacer cambios en las ciudades donde este problema es más grave. Utilizar energías renovables, combustibles limpios y mejorar la eficiencia energética de los edificios entra dentro de sus competencias. Cambiar los hábitos de la población resulta complicado, pero las medidas deben tener ese objetivo: concienciar y cambiar la forma de vivir de los habitantes. Esas medidas, además, deben controlarse, ya que el seguimiento es fundamental para poder determinar los cambios necesarios.
La OMS, por su parte, debe reconocer y vigilar los elementos más contaminantes. Con su asistencia, todos los países miembros de Naciones Unidas pueden mejorar su manera de enfrentar la contaminación atmosférica. Esta organización se encarga de recoger y analizar los datos que apoyan sus conclusiones, el paso previo a tomar medidas para reducir la contaminación.
El papel de la OMS
La Organización Mundial de la Salud asegura que reducir la contaminación en lugares puntuales podría reducir de manera radical la mortalidad causada por este fenómeno a largo plazo.
El organismo de Naciones Unidas asegura que, si la media de la concentración anual de MP10 disminuye de 70 a 20 µg/m3 (el objetivo establecido en las guías de calidad del aire de 2005), se puede evitar el 15% de los fallecimientos que provoca la polución. Al mismo tiempo, el número de enfermedades provocadas por este fenómeno también se reduciría.
Piensa con los pulmones, la campaña de Ecoembes
‘Piensa con los pulmones’ es una campaña lanzada por Ecoembes con el objetivo de recordarnos la importancia de reciclar para mejorar la calidad del aire en España. Parece que el reciclaje y la calidad del aire son dos cosas distintas, pero están directamente relacionadas. Cada 6 latas, cada 6 botellas de plástico, cada 8 botes de champú o cada 3 botes de detergente reciclados equivalen a contrarrestar 10 minutos de las emisiones de un tubo de escape. Es decir, dando una nueva vida a los residuos, promovemos una reducción de las emisiones de CO2 y mejoramos, por lo tanto, la calidad del aire que respiramos.
Fuente:
https://www.who.int/phe/health_topics/outdoorair/databases/health_impacts/es/