Así impactan los cosméticos en el medioambiente

efectos de los cosméticos en el medio ambiente

¿Cuántas cremas faciales tienes en el armario del baño? ¿Y cuántos champús diferentes se alinean, uno tras otro, en tu ducha? ¿Y productos de maquillaje? Según la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), cada español se gasta anualmente, de media, 150 euros; una cantidad muy por encima de la media europea: 137 euros por persona al año. Parece que en España se le da bastante importancia a la higiene personal y la belleza, pero ¿sabemos en qué nos gastamos ese dinero? ¿Somos conscientes de los ingredientes que llevan esos productos que usamos a diario? Descubre los efectos de los cosméticos en el medio ambiente.

Las fragancias sintéticas desprenden compuestos que pueden contribuir a la creación del ozono malo y a la contaminación atmosférica

La Fundación David Suzuki, una organización sin ánimo de lucro canadiense dedicada a la protección de la naturaleza, ha creado una lista de los doce ingredientes más nocivos que se cuelan en nuestro baño. Se les conoce como los Dirty Dozen y, según la fundación, deberíamos evitarlos a toda costa por tratarse de químicos industriales no solo peligrosos para nuestra salud sino –la mayoría– también para el medioambiente. Entre ellos se encontrarían el BHA y BHT –común en maquillaje, cremas hidratantes y bálsamos labiales–, los tintes de alquitrán de hulla –usual en la coloración del cabello–, la dietanolamina –usado en protectores solares y muchos productos “espumosos”– o el ftalato de dibutilo (DBP) –encontrado en esmaltes, tintes y tratamientos de manicuras permanentes—, todos ellos potentes alérgenos y altamente tóxicos para los organismos y ecosistemas acuáticos. Las fragancias sintéticas, por su parte, son responsables de irritaciones, alergias y problemas hormonales y se cree que desprenden compuestos que contribuyen a la creación del ozono malo y a la contaminación atmosférica.

Los parabenos son el ingrediente más impopular de la cosmética por «el potencial de algunos de ellos para actuar como hormonas en el cuerpo, más concretamente como estrógenos, la hormona sexual femenina», como explica el Comité Científico europeo de Seguridad de los Consumidores. Algunos estudios incluso afirman que existe una relación directa entre el cáncer en mujeres –especialmente el de mama– y el uso de productos que contengan parabenos. Por ello, cada vez son más los consumidores que los evitan. Además, un estudio de la Universidad de Córdoba ha revelado que son uno de los principales contaminantes de las aguas marinas españolas.

Otro peligroso miembro de los Dirty Dozen es el triclosán, un potente antibacteriano y fungicida que, en caso de ser ingerido, puede llegar a causar enfermedades graves. Suele estar presente en todos esos productos anunciados como «antibacterias», como bolsas de basura, juguetes, ropa de cama o pinturas, aunque también en productos médicos y cosméticos. A pesar de que su uso es común, se considera un potente disruptor endocrino por cómo altera el funcionamiento normal de las hormonas. Además, acaba filtrándose al agua y dañando, por su toxicidad, a las especies marinas que se cruzan con él.

Las micropartículas de plástico que se encuentran en algunos exfoliantes o dentífricos acaban en las aguas residuales

Por su parte, las micropartículas de plástico que podemos encontrar en exfoliantes o dentífricos sustituyen a ingredientes naturales que podrían cumplir la misma función sin provocar irritaciones cutáneas. Estas partículas microscópicas acaban en las aguas residuales y, al tratarse de residuos complejos de filtrar, terminan entrando en la cadena trófica de las especies marinas. Tarde o temprano, esos microplásticos que se acumulan en peces y algas acaban volviendo a nuestro plato.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomienda evitar también el famoso aceite de palma, utilizado en infinidad de productos alimenticios y cosméticos por su bajo precio y gran versatilidad. Más allá de sus implicaciones para la salud como grasa saturada –favorece de la obesidad, los problemas cardiovasculares y la diabetes—, la OCU asegura que el uso extendido de este tipo de grasa vegetal ha llevado a «la deforestación de bosques tropicales en el sudeste asiático, la apropiación de tierras pertenecientes a comunidades autóctonas, abusos contra los derechos humanos y la muerte de ejemplares de diferentes especies animales, como elefantes, orangutanes y tigres de Sumatra». A pesar de que es la fuente de ingresos principal en muchos países, el cultivo de palma aceitera es muy poco sostenible ya que, como indica la organización, se trata de «un monocultivo que se da en zonas tropicales, y suele estar asociado a pérdida de biodiversidad, deforestación y contaminación».

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