El a b c de la economía circular
Extraer y producir, usar y tirar… La vieja ecuación de la economía lineal ha caído por su propio peso. Entramos en la era de la economía circular, donde la regla de las tres erres (reducir, reusar, reciclar) alcanza por fin su auténtica dimensión. La ecuación llega ahora enriquecida con una segunda parte (reparar, restaurar, regenerar) y azuzada por la necesidad de aprovechar al máximo los recursos en estos tiempos críticos. Ha llegado la hora de repensar el modelo de producción y consumo y de buscar un punto de encuentro entre la economía y la ecología, por eso hemos decidido a modo de diccionario profundizar este tipo de concepto.
La idea de imitar los flujos de la naturaleza lleva dando vueltas desde los años sesenta, impulsada, entre otros, por el economista británico Kenneth Boulding y por el arquitecto suizo Walter Stahel.
En los años noventa, el también arquitecto norteamericano William McDonough y el químico alemán Michael Braungart le dan una vuelta de tuerca al concepto con Cradle to Cradle, que propone un cambio radical en los modelos de diseño y producción.
Todos estos nutrientes alimentaron la imaginación de la ex récord mundial de vela Ellen MacArthur, considerada como la madrina de la economía circular. «Me parece increíble comprobar que la idea lleva circulando, en realidad, desde el año en que yo nací», reconoce la navegante británica, al frente de la Fundación MacArthur. «Lo que está contribuyendo a hacerla popular son tal vez las circunstancias en que vivimos y la conciencia, cada vez mayor, de que vivimos en un planeta finito».
A: Ámsterdam
Los Países Bajos son el referente mundial de la economía circular. Los holandeses han tenido siempre una aproximación muy intuitiva a problemas como la escasez de recursos o el impacto ambiental, y fueron pioneros en la prohibición de nuevos vertederos desde los años noventa. Ámsterdam ha sido la primera ciudad en completar el escaneado de todos sus sistemas (energía, agua, alimentación, construcción, transportes, residuos) para aplicar una estrategia circular que permitirá ahorrar 900.000 toneladas en materiales. En la zona postindustrial de Buiksloterham, funciona la primera experiencia piloto de barrio circular. Y, en torno al aeropuerto de Schiphol, ha surgido el circular hub, que aspira a convertirse en el epicentro europeo del nuevo modelo.
B: Biomímesis
En la naturaleza, no existe el concepto de residuo. «Todos los ecosistemas funcionan en flujos constantes que se retroalimentan», recalca Janine Benyus, autora de Biomímesis, ese concepto acuñado hace un par de décadas, pero tan viejo como la vida en la Tierra. «La biomímesis no se plantea qué podemos extraer de los organismos y de sus ecosistemas, sino qué podemos aprender de ellos». Estamos, ni más ni menos, que ante un nuevo paradigma de la ciencia, advierte Benyus, con soluciones inspiradas directamente en la naturaleza: «Los biólogos son nuestros ojos y los diseñadores, los innovadores, los químicos, los arquitectos o los urbanistas son nuestras manos».
C: Cradle to Cradle
Todo vuelve a su origen en un ciclo incesante. Esa es la idea matriz del concepto De la cuna a la cuna, de McDonough y Braungart. Todos los componentes de los productos se dividen en dos grupos: nutrientes biológicos y nutrientes técnicos. Los primeros son biodegradables y se pueden reintroducir total o parcialmente en la naturaleza a través de procesos como el compostaje, la digestión anaeróbica o la extracción de bioquímicos. Los nutrientes técnicos, en cambio, se diseñan para ser reciclados y reutilizados, de modo que puedan ensamblarse y desmontarse fácilmente para producir nuevos materiales. Este concepto ha dado pie a la certificación Cradle to Cradle.
D: Deconstrucción
Desde una perspectiva circular, los edificios son al mismo tiempo bancos de materiales esperando a ser reutilizados. La deconstrucción ha pasado de ser una filosofía a convertirse también en una posibilidad de negocio, desplazando a la clásica demolición y al concepto desfasado de «escombros» con destino a los vertederos. El proyecto Rebrick es un clásico ejemplo. «En el mundo, hay millones de edificios de ladrillo», asegura Claus Nielsen, coordinador del proyecto en la compañía danesa Gamle Mursten. «Cada vez que demolemos, podemos aprovechar los ladrillos para un nuevo edificio y escribir una historia nueva».
E: E-Waste
Todos los días se desechan en el mundo 468.000 teléfonos móviles y 142.000 ordenadores. En el 2017, se produjeron 65 millones de toneladas de basura electrónica. El e-waste es el tipo de residuo urbano que más está creciendo en todo el mundo y se ha convertido en un auténtico reto para las ciudades, que están desarrollando programas de acción de residuos eléctricos y electrónicos. La presencia de productos tóxicos como el mercurio, el plomo o el cadmio exigen un tratamiento específico. La posibilidad de recuperar metales nobles y minerales preciados es, sin embargo, una nueva oportunidad de negocio (ver «minería urbana»).
F: Foodcycle
El 33% de los alimentos nunca llega a la mesa. Unos 1.300 millones de toneladas de productos comestibles (suficientes para acabar tres veces con el problema del hambre mundial) se desechan todos los años. Cada europeo genera de 95 a 115 kilos de food waste. La ciudad de Milán, bajo los auspicios del chef Massio Bottura y la organización Recup, ha marcado el camino con el proyecto municipal de recuperación de alimentos más ambicioso del mundo. Milán fue también pionera en la recogida a domicilio de restos orgánicos para el compostaje. El activista británico Tristram Stuart, al frente de la organización Feedback, está impulsando decenas de proyectos de foodcycle.
I: Industria 4.0
El concepto de Industria 4.0 (cuarta revolución industrial) aspira a una total reorganización de los medios de producción gracias a la innovación digital. La meta es la relocalización de las industrias y la creación de Smart factories (fábricas inteligentes) con una asignación más eficiente de recursos y una mayor adaptabilidad a las necesidades. Grandes multinacionales como Renault, Philips o Unilever están adaptando sus procesos de producción al nuevo modelo, incluyendo la recuperación de sus propios productos al final de su ciclo vital.
L: Logística inversa
«Lo que no necesitas tiene un valor». Ese es el lema de Surus Inversa, una de las compañías pioneras en logística inversa o gestión integral de la cadena de suministros, para detectar valor, cerrar ciclos y reducir residuos. En contraposición a la logística directa, que sigue el sentido habitual del fabricante al consumidor, la logística inversa le da la vuelta a la tortilla y parte del cliente hasta llegar al proveedor para garantizar el desmontaje de los productos, la recuperación de embalajes, el reciclado de materiales y la reutilización de materias primas… Y para aumentar, de paso, la responsabilidad social de las empresas.
M: Minería urbana
Nuestras ciudades son auténticas minas de e-waste (basura electrónica) donde se acumulan los materiales que empiezan a escasear y que resultan más baratos (y más ecológicos) si se reutilizan. En los teléfonos móviles, sin ir más lejos, hay materiales preciosos de gran valor como el oro, la plata, el cobre y el iridio. La extracción de estos recursos entre los residuos urbanos es un negocio cada vez más lucrativo y un nuevo sector productivo: la minería urbana o urban mining.
N: Nueva economía textil
«Hay que rediseñar el futuro de la moda», fue la proclama lanzada recientemente por Stella McCartney y por Ellen MacAthur, en la presentación del informe Una nueva economía textil, que aspira a vislumbrar una alternativa verde a la segunda industria más contaminante del mundo (cada segundo acaba en los vertederos o en las incineradoras el equivalente a un camión cargado de ropa). En España, han surgido ya iniciativas en este sector como The Circular Project, mientras diseñadores de renombre como Sybilla, Moisés Nieto o María Clè Leal se apuntan a la moda de los tejidos fabricados a partir de productos reciclados.
O: Obsolescencia programada
Fue una idea perversa que ganó terreno a lo largo del siglo XX. Se trataba de planificar y acortar la vida útil de los productos, con el fin de estimular el consumo y propiciar el crecimiento económico. Hoy por hoy, el ejemplo más claro de obsolescencia programada lo tenemos en los teléfonos móviles, hechos para durar una media de dos años. Como antítesis de ese modelo, se creó Fairphone, el móvil modular, reparable y de comercio justo, que está rompiendo moldes en el campo de minas de la electrónica. En contraste con los smartphones convencionales, en los que cambiar la batería es casi una odisea, el Fairphone está diseñado para poderlo desmontar fácilmente y recambiar sobre la marcha las piezas, para prolongar su vida útil.
P: Productor (responsabilidad extendida)
La responsabilidad extendida o ampliada del productor (REP o RAP) es un principio reconocido ya por la legislación europea, que obliga a los fabricantes a hacerse responsables del ciclo total de la vida útil de sus productos, con especial énfasis en la recuperación, el reciclaje y el destino final. En Europa, en el caso de algunos residuos, como los envases domésticos que coordina Ecoembes, el reciclaje se ha gestionado durante décadas bajo este modelo con éxito. Para avanzar hacia la economía circular, es necesario que otros residuos se sumen a esta senda.
R: Repensar/regenerar
Repensar, rediseñar, reusar, reparar, remanufacturar, recuperar, reciclar… La ciudad británica de Peterborough (180.000 habitantes) ha incorporado la circularidad a su ADN con su peculiar sistema multiR. Las pequeñas ciudades pueden convertirse en laboratorios de experimentación para repensar de principio a fin todos los procesos. Las siete erres se completan con otras tres palabras clave: reducir, reconectar y regenerar. «Lo bueno de la estrategia circular es que permite no solo reducir el uso de recursos, sino aportar valor añadido, reconstruir el tejido social y crear empleo», sostienen Steve Bowyer, al frente de Opportunity Peterborough, creando sinergias entre las instituciones y las empresas. «La meta es conseguir una auténtica economía regenerativa en la que todos salgamos ganando».
S: Simbiosis industrial
Manresa en Simbiosis da nombre a un proyecto piloto que ha introducido en los últimos tres años un nuevo concepto en nuestras tierras: la simbiosis industrial. En la comarca del Bages, se ha creado una auténtica red de industrias que han decidido optimizar los recursos sobrantes, desde los subproductos al uso compartido, generando ahorros económicos y beneficio social. «La idea es crear ecosistemas industriales en los que los recursos se reaprovechen y el volumen de residuos se reduzca notablemente», asegura Veronica Kuchinow, responsable de Simbiosy. «La producción se ha alejado tradicionalmente de las ciudades, pero, gracias a la tecnología, podemos volver a acercarla a los núcleos urbanos».
T: Trazabilidad
Seguir de principio a fin la trayectoria vital de un producto… La utopía de la trazabilidad estará pronto al alcance de la mano con la implantación del Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), en el que cada objeto tiene una identidad digital que permite rastrearlo en todo momento. El proyecto TagItSmart («Etiquétalo de forma inteligente»), impulsado por la plataforma española Dondelotiro.com, financiado por la UE, y en el que Ecoembes ha colaborado a través de su centro de innovación TheCircularLab y de Carrefour para realizar un proyecto piloto, avanza en esa línea, con la idea de convertir cada artículo cotidiano en un objeto inteligente y, por lo tanto, más fácil de ser recuperado, reusado o reciclado.
U: Upcycling
Literalmente, reciclar hacia arriba o supra-reciclaje. Consiste en la reutilización creativa de productos en otros de mayor calidad o de mayor valor ambiental (por ejemplo, el uso de latas de conserva para hacer robots o de ropa vieja para hacer cortinas). El primero en usar el concepto fue Reiner Pilz en 1994. Gunter Pauli, en su libro La economía azul, se refiere también al upcycling como clave para reducir el uso de materias primas cada vez más difíciles de hallar y extraer. La iniciativa Upcycling the Oceans, impulsada por la Fundación Ecoalf y apadrinada por Ecoembes, es un claro ejemplo de «reciclaje hacia arriba».
W: WRAP
El programa británico WRAP (literalmente «envolver») es una de las iniciativas pioneras en Europa para embarcar a las instituciones, empresas y ciudadanos en la economía circular. El Plan de Acción para los Residuos y los Recursos arrancó en el año 2000 con énfasis en el reciclaje y, poco a poco, ha ido reorientando su estrategia hacia el rediseño de las pautas de producción y la redefinición de los hábitos de consumo, especialmente en sectores de gran impacto, como el textil, la alimentación y la electrónica.
Z: Zero waste
«No basta con reciclar, hay que ir mucho más allá», advierte Eric Lombardi, fundador de Eco-Cycle en Boulder (EE. UU.). «La meta del zero waste (residuos cero) no es una utopía, sino un imperativo en la era de la degradación ambiental y del cambio climático. No podemos seguir enterrando cantidades ingentes de basura bajo la alfombra; hay que replantearse el sistema de producción de principio a fin, de modo que todo, o casi todo, se pueda reaprovechar». Los residuos son en realidad recursos, a la espera de ser reutilizados. En ello están decenas de ciudades en todo el mundo, desde la pionera Camberra a San Francisco, pasando por Bogotá.